Como respuesta a la interrogante del título se presenta un aporte a la discusión sobre el papel de la escuela en el cambiante escenario del siglo XXI. La propuesta se centra en tres aspectos: educar para la convivencia democrática y asegurar de este modo un ambiente de paz; enseñar a pensar para lograr la autonomía, y educar para hacer uso de la tecnología y evitar la marginación. La reflexión sobre el primer punto pone el énfasis en la necesidad de concebir la comprensión como una integración de significados cognitivos, afectivos y morales. El aprendizaje profundo y comprensivo incluye la enseñanza explícita de los procesos cognitivos de nivel superior, sugiriéndose un modelo que identifica y define estos procesos y sugiere un tratamiento pedagógico sustentado por la teoría y por la práctica. Se postula que la autonomía necesaria para tomar decisiones implica no sólo el hecho puntual de aprender qué decisiones tomar, sino también cuándo y cómo tomarlas teniendo en cuenta sus repercusiones afectivas y morales. Se hace un llamado de atención a la escuela para que tome las medidas correspondientes para preparar a todos los estudiantes en el manejo de los medios tecnológicos y virtuales, considerándose este aspecto como una característica de los tiempos que es necesario abordar en forma oportuna para evitar la marginación.