El autor postula la necesidad de prestar atención y dedicación más activas al estudio y abordamiento sistemáticos de la problemática de los formadores de futuros profesores, así como al mejoramiento de su formación para la optimización de sus prácticas y de la calidad de la educación en general. Revisa algunos avances logrados al respecto en el medio nacional, tanto a nivel de las instituciones de formación inicial de profesores como de la formulación de políticas. Con el fin de avanzar de manera más decidida –más allá de la toma de conciencia y de los diagnósticos sobre las deficiencias y limitaciones– propone convertir progresivamente las prácticas de formación inicial de profesores en un campo u objeto tanto de investigación como de reflexión colaborativa. Por otra parte, sugiere que la formación de los formadores de futuros profesores se vaya transformando complementariamente en una función y un área tanto de formalización institucional como de inversión estable de recursos.
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