Nos toca educar en tiempos de globalización, fenómeno en el que nuestro país se encuentra sumergido. Fenómeno real y complejo, que propicia una acelerada interacción e incide en todos los ámbitos de la vida humana. Pero es una globalización “asimétrica” de antivalores que provoca una verdadera revolución en el ámbito de la cultura, y por ende al de la educación, ya que tiende a alterar la identidad cultural de casi todos los pueblos; y por cierto plantea grandes desafíos. Nuestra cosmovisión cristiana se aproxima al fenómeno de la globalización desde los criterios fundamentales de la dignidad de la persona humana. De ahí que sea imperativo para los educadores católicos humanizar la globalización y globalizar la solidaridad.