El Padre Roberto integraba esa pléyade de educadores que había forjado un nuevo paradigma educacional. Impregnado de este nuevo espíritu pedagógico en una Bélgica convulsionada por la ocupación alemana, el joven Polain dirigió campamentos scouts, participó en un jamboree, asistió a congresos, retiros, jornadas, peregrinaciones que la federación de scouts católicos organizaba con gran entusiasmo. Una renovación humanista florecía: adultos jóvenes en una interacción educativa con niños y jóvenes motivados convergían en hermosos pastizales, junto a ríos y bosques al aire libre; empezaba a producirse una variedad de acciones pedagógicas entretenidas, basadas en el juego y la acción, propias del explorador.