Todo proceso de reforma, de cambio o innovación en educación se resuelve, no exclusivamente, pero sí de manera fundamental, al interior de la sala de clases y en consecuencia, sobre los docentes cae la gran responsabilidad de revisar y transformar sus prácticas, de acuerdo a los principios, fundamentos y fines que sustentan los nuevos diseños, de modo de procurar que el aprendizaje ocurra de manera más eficaz y efectiva. Este artículo se adentra en la manera cómo un diseño curricular basado en competencias debe expresarse en el aula, cuáles son las estrategias metodológicas y didácticas que los profesores habrán de privilegiar para facilitar a sus alumnos el logro de los aprendizajes previamente identificados y alcanzar desempeños socialmente válidos. También se analizan los desafíos que plantea a una institución formadora la puesta en marcha de una renovación curricular, la que siempre se presenta como incierta y que provoca inestabilidad, dudas e incertidumbre en quienes deben asumirla.