Según Hargreaves y Shirley (2009a, 2012), los recientes cambios ocurridos en la educación por lo general han pasado por tres etapas: una primera vía de autonomía del profesorado caracterizada por una gran libertad profesional pero escasa coherencia en términos de sistema, una segunda vía de estándares, mercados y rendición de cuentas y una tercera vía de toma de decisión basada en datos duros. Hargreaves y Shirley sostienen que cada una de estas etapas de cambio es limitada. Los autores presentan ejemplos internacionales según los cuales una cuarta vía de profesionalismo educacional democrático permite mejorar los resultados de los estudiantes a la vez que preserva y mejora las culturas comunitarias y escolares locales. Cabe preguntarse, sin embargo, si este marco de cambio educacional incrementa nuestra comprensión de las reformas educativas recientes adoptadas en América Latina. En el presente artículo se propone un primer abordaje a esta interrogante basado en los casos de la reforma nacional llevada a cabo en Chile, de un establecimiento de Puerto Alegre (Brasil) y de una red de mejora escolar en Colombia. De estos casos se desprende que la región ya ha adoptado principios y prácticas de la cuarta vía, tales como el liderazgo escolar inspirador, las redes educativas y la voz de los estudiantes. Estos, a su vez, pueden servir de inspiración para la evolución de los establecimientos y los sistemas dentro y fuera de América Latina.