El artículo se inicia haciendo referencia a situaciones de crisis que experimentamos
como parte de nuestra vida cotidiana y busca dar explicaciones a ellas. Señala tres
explicaciones: cambios en la asimetría de poder; desperfilamiento de las instituciones
que proveían visiones de largo plazo; y la incapacidad de nuestra civilización para
aceptar la diversidad y diferencia. Argumenta a continuación sobre la importancia
de la diversidad, denunciando la ceguera occidental respecto a la diversidad y el
carácter homogeneizante de sus prácticas. Señala la paradoja de que la diversidad
se ha hecho parte de nuestra cotidianeidad aunque nuestras prácticas educativas,
científicas y productivas la niegan y la combaten. Termina planteando la necesidad
de avanzar hacia otro tipo de civilización y otro tipo de educación donde la diversidad
sea reconocida.