La mayoría de las teorías sobre la globalización tienen su fundamento en una de dos
corrientes filosóficas: la teoría crítica o el posestructuralismo. A pesar de sus ventajas,
una considerable desventaja de estas teorías es la metafísica extrema de la alteridad.
Esta metafísica se expresa como una negación de la importancia de la subjetividad,
específicamente, según se ha interpretado en la tradición filosófica occidental desde
los comienzos de la época moderna. Aunque, sin duda, las nociones extremas de la
subjetividad dan lugar a problemas o dudas, la idea contraria de una anti-subjetividad
extrema es inaceptable. En este artículo, explicaré la razón por la cual considero que el
pragmatismo, como corriente de pensamiento, puede navegar de manera más adecuada
los bancos rocosos que bordean la división entre subjetividad y anti-subjetividad, y
proveer una mejor base para las teorías sobre la globalización